miércoles, 22 de junio de 2011

HABILIDADES QUE SE REQUIEREN PARA SER DISCIPLINADO




Un individuo disciplinado se construye mediante un proceso formativo intencionado, que debe promover en los estudiantes el desarrollo de ciertas habilidades que le permitan desenvolverse en el marco de una sociedad democrática. Dentro de ellas, las habilidades centrales son:

Autoconocimiento y Autoestima

Ser disciplinado en el mundo de hoy implica tomar conciencia de uno mismo como ser diferenciado del resto, de las propias metas y características personales así como de las fortalezas y debilidades para trabajar en pro de una comunidad con la que se comparten objetivos.

Por ejemplo, es importante que un niño conozca que tiene una tendencia a responder sin reflexionar previamente. Conocer esta característica, junto con la noción de que somos seres modificables y en proceso, puede llevar a que este niño desarrolle estrategias que permitan manejar su impulsividad.

Las preguntas que orientan la reflexión del estudiante ante una acción “indisciplinada” son centrales para promover estas habilidades. ¿Qué crees que puedes hacer mejor la próxima vez? ¿Cómo crees que tus compañeros te pueden ayudar cuando tú…? En vez de: ¡Otra vez lo mismo! ¿Nunca te cansas de…?

De esta forma estamos también preservando la autoestima del estudiante, y contribuyendo así a su construcción personal, sin desconocer sus errores y debilidades, pero entregándoles un respaldo dado por nuestra confianza en que la próxima vez lo puede hacer mejor.

• Conciencia y juicio moral

La conciencia moral es la capacidad de mirarse a sí mismo percatándose de los puntos de vista adoptados respecto a lo moral, las opciones valóricas realizadas y los comportamientos que derivan de ellos. En el desarrollo de esta conciencia es normal que el niño vaya de una mayor heteronomía (uso de criterios externos para juzgar valorar y actuar), hacia una mayor autonomía (capacidad interna de evaluar desde criterios propios y producto de la reflexión personal).

El desarrollo de una conciencia moral autónoma depende por un lado del desarrollo cognitivo y por otro, del contexto en el cual se desarrolla. Así, en un contexto en el que las reglas son impuestas por los adultos, no explicadas en su sentido, en el que se organiza la convivencia en base a órdenes y se sanciona la trasgresión en base a castigos y control externo, se propicia la mantención de una moral heterónoma. En contraparte, la moral autónoma surge en relaciones de participación y colaboración. Si el sujeto se siente incluido, si ha sido convocado a co-construir los objetivos y por último, entiende que adhiere a una institución que le incluye y le valora como persona, aunque no esté de acuerdo con todas sus prescripciones, comienza a respetar y seguir determinadas normas debido a una convicción personal y a una valoración de los objetivos comunitarios como metas de gran relevancia para el bienestar personal y grupal.

Junto a ello, un sujeto disciplinado debe desarrollar la capacidad de construir argumentos razonados respecto a lo que está bien o mal, base del discernimiento que ayudará a tomar decisiones sobre ciertas conductas y no otras (juicio moral). Frente a ello, el desafío del educador es promover un nivel de juicio moral en el que los sujetos puedan ir construyendo principios universales, tales como el respeto a las personas en su dignidad. El “no-molestar a mis compañeros” se convierte en una norma a cuidar no por temor al castigo que implica la trasgresión al reglamento, sino por una valoración del ser humano y del respeto que merece su dignidad.

Lo importante aquí es que los estudiantes puedan ir construyendo sus propias convicciones a través de la reflexión. El educador pregunta, orienta, pero no sermonea ni impone sus propias concepciones.

• La empatía

Respuesta afectiva relacionada con la capacidad de sentir con otros, poniéndose en su lugar. Un sujeto que desempeña un rol en la construcción de objetivos comunes debe poseer esta capacidad, ya que la comunidad supone un entretejido de emociones distintas de una persona a otra. Para poder respetar a otro es necesario ser capaz de reconocer lo que le ocurre frente a las propias acciones y las de otros, para así tomar conciencia de sus necesidades y emociones.

El gran desafío para la escuela es ayudar a los estudiantes a empatizar con aquellos con los que no resulta espontáneo hacerlo, con los que no son los más cercanos: con el rechazado, con aquel que es muy distinto, con aquel a quien le va mal en los estudios, etc.

Las preguntas pueden mediar una reflexión que promueva empatía… ¿Cómo crees que se sintió con lo que pasó…? ¿Qué sentirías tú si…? ¿Qué pasaría contigo si…?

• Toma de perspectiva social

Se relaciona con una comprensión cognitiva de los puntos de vista de otros. Un individuo para poder colaborar socialmente desde su rol y coordinarse con otros para el logro de objetivos comunes, requiere comprender que habita en un mundo con personas que tienen mapas diferentes que es necesario comprender.

Su desarrollo incluye el paso por una serie de estadios; el sujeto pasa desde la confusión de su propia subjetividad con la de los otros, hasta la comprensión de que existen distintas perspectivas en un marco social y que éstas pueden ser comprendidas, compartidas, coordinadas o modificadas; e incluso entender y respetar el que el otro tenga una perspectiva diferente, aún cuando no la comparta.

La escuela puede contribuir al desarrollo de la toma de perspectiva incentivando a los estudiantes a escucharse entre sí, a expresar sus opiniones diferentes con respeto y a interpretar las miradas de otros. Ello favorece la valoración de las diferencias de opinión y así también la construcción colectiva y conjunta hacia un objetivo.

• La autorregulación

Se vincula con un esfuerzo personal por mantener autonomía en la auto dirección de la propia conducta, lo que implica un enorme esfuerzo por resistir presiones externas. Un estudiante disciplinado, realiza una conducta no “porque todos lo hacen”, sino porque es capaz de escoger de acuerdo a su propio criterio y de tener una conducta coherente con esto. Un estudiante que ha construido el juicio respecto al valor de respetar a otro podrá autorregularse resistiendo la presión de sus compañeros que consideran que esto es divertido, más que por evitar un castigo, por el hecho de que el molestar a otro no calza con su autoimagen y su opción valórica.

La escuela puede apoyar el proceso de autorregulación, incentivando a los estudiantes a reflexionar sobre sus conductas y las opciones posibles: ¿Por qué optaste por actuar así? ¿Qué otras posibilidades tenías? ¿Qué esperabas lograr con…? ¿Qué puedes hacer la próxima vez cuando se presente esta situación…?

• Formación valórica

Un sujeto disciplinado desde la autonomía y el compromiso con una comunidad actúa guiado por valores orientadores de su conducta. Aquello a lo cual le damos valor, orienta nuestro juicio desde el punto de vista cognitivo, permitiéndonos discernir, y por otro lado, orienta nuestra conducta hacia determinadas acciones y no otras. Entre muchos otros valores, podemos señalar que un individuo disciplinado le da valor a la persistencia, a la responsabilidad, al respeto, a la justicia, a la colaboración.

Lo importante, es que el sujeto adhiera a ciertos valores en la medida en que su experiencia de convivencia le permita conocerlos en acción y apropiarse de ellos en una relación de sentido a partir de experiencias comunitarias pertinentes, ya que éstos no se aprenden a través de discursos.

En definitiva, construir condiciones para la disciplina hoy, implica trabajar por el desarrollo de convicciones propias y por las habilidades que permitan traducir esas convicciones en conductas prosociales. Para ello, debemos tener la profunda convicción que los estudiantes son sujetos en proceso de desarrollo, educables. Si esperamos la disciplina como algo dado, estaremos fuertemente llamados al fracaso y la frustración.

La disciplina es algo que debemos construir paso a paso, para lo que no basta tener reglamentos, sino claridad sobre los aspectos que tenemos que ayudar a formar.

Tomado de La disciplina como proceso formativo Cecilia Banz Liendo Publicado por el Ministerio de Educación de la República de Chile en:
http://www.mineduc.cl/usuarios/convivencia_escolar/doc/201103071553380.Valoras%20UC%20Ficha%20La_disciplina_como_proceso_formativo.pdf




martes, 14 de junio de 2011

LOS TRES TIPOS DE ANALFABETISMO



La educación en todos los niveles en los Estados Unidos ha alcanzado una etapa crítica. Por supuesto, la situación no surgió ayer; se ha desarrollado durante un período de décadas.
Tampoco la crisis es noticia para las personas que han estado poniendo atención a lo que ha estado ocurriendo en el país.

La crisis de la educación se manifiesta en los tres niveles de analfabetismo: el analfabetismo funcional, el analfabetismo cultural y el analfabetismo moral. De manera típica decir que una persona es analfabeta significa que la persona no puede leer ni escribir. Pero la palabra tiene otros sentidos. Algunas veces se usa con respecto a alguien que es ignorante de los fundamentos de un arte particular o de un área del conocimiento. Es este significado más amplio el que está en vista cuando, por ejemplo, decimos que una persona es analfabeta con respecto a la música.

La palabra también puede usarse para describir a una persona que se queda corta con respecto a algún estándar esperado de competencia sobre alguna habilidad o cuerpo de información. En este último sentido una persona que se queda corta de nuestro estándar comúnmente esperado de competencia en las matemáticas puede ser descrita como analfabeta, aún cuando él o ella sea bastante competente en las habilidades del lenguaje.

EL ANALFABETISMO FUNCIONAL
por Ronald Nash


El Departamento de Educación de los Estados Unidos estima que el analfabetismo funcional,la incompetencia en las funciones básicas tales como la lectura, la escritura y las matemáticas, acosa a 24 millones de Americanos. El trece por ciento de los Americanos de diecisiete años de edad son analfabetos de acuerdo a una reciente edición de la revista Time; el estimado para la juventud de las minorías en un pasmoso cuarenta por ciento.Cada año, al menos un millón de estos analfabetos funcionales se gradúan de las escuelas de secundaria de América, los orgullosos dueños diplomas sin significado.

Escribiendo en la publicación mensual Comentario, Chester E. Finn, Jr., Profesor en la Universidad de Vanderbilt, cita los sombríos descubrimientos de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo. “Solo el cinco por ciento de los estudiantes de diecisiete años de nivel de secundaria pueden leer lo suficientemente bien como para entender y usar la información que se encuentra en materiales técnicos, ensayos literarios y documentos históricos.”

Imagine entonces cuán desesperante es hacer que el otro 95 por ciento lea a Platón o a Dante – o la Biblia. “Apenas el seis por ciento de ellos,” continúa Finn, “puede resolver problemas matemáticos de múltiples pasos y usar el álgebra básica.” No estamos hablando aquí de las matemáticas difíciles sino más bien de algo tan elemental como calcular el interés simple de un préstamo.

Claramente la incompetencia de esta magnitud no es el resultado de un accidente. Una gran parte de la culpa descansa en la propia clase dirigente educativa, las mismas personas e instituciones a quienes se les ha confiado la tarea de educar a los niños de América.

Los analfabetos de hoy, sin embargo, no son personas que nunca fueron a la escuela; son, en su mayoría, individuos que han pasado de ocho a doce años en las escuelas públicas.

ANALFABETISMO CULTURAL

Aún cuando los estudiantes de nuestras escuelas públicas y colegios técnicos se las arreglan para conseguir cierto grado de alfabetización funcional, a menudo sufren de un problema diferente – el analfabetismo cultural. De acuerdo a E. D. Hirsch, Jr., el autor de la obra Alfabetismo Cultural: Lo que Todo Americano Necesita Saber, “Ser culturalmente alfabetizado es poseer la información básica que se necesita para prosperar en el mundo moderno.”

Como lo explica William J. Bennett, el ser culturalmente alfabetizado es un asunto de edificar un cuerpo de conocimiento que nos capacita para tener sentido de los hechos, nombres y alusiones citadas por un autor... Por ejemplo, alguien que no está seguro de quienes eran Grant y Lee pueden pasar por un tiempo difícil entendiendo un párrafo acerca de la Guerra Civil, no importa qué tan bien lea.

El analfabetismo cultural es el tema de un libro reciente titulado ¿Qué Saben Nuestros Muchachos de Diecisiete Años? El libro, escrito por Diane Ravitch y Chester E. Finn, Jr., reporta lo que se ha aprendido de la primera evaluación académica de cobertura nacional de los muchachos y muchachas Americanas de diecisiete años. El promedio nacional de respuestas correctas para las preguntas de historia fue de 54.5 por ciento; el promedio para las preguntas de literatura fue aún más bajo, 51.8 por ciento. Los autores señalan que si abordamos estos porcentajes desde la opinión comúnmente aceptada de que el 60 por ciento es la línea entre pasar y fracasar, entonces los estudiantes Americanos están en graves problemas.

Ravitch y Finn concuerdan con Hirsch que lo que tiene la mayor responsabilidad por elgeneralizado analfabetismo cultural en América es una forma de abordar la educación que elimina a la cultura del currículo y lo reemplaza con un énfasis sobre las habilidades del aprendizaje. “Hay una tendencia,” escriben, “en la profesión de la educación para creer que lo que los niños aprenden no es tan importante comparado con el cómo aprenden; creer que las habilidades pueden ser aprendidas sin consideración al contenido; creer que el contenido es, de hecho, irrelevante en tanto que las habilidades apropiadas estén siendo desarrolladas y ejercidas.”

Aunque la adquisición de habilidades tiene un lugar en nuestras escuelas, es solamente una parte del proceso educativo total.

Aunque el antiguo esquema tradicional para con la educación tenía sus faltas, contenía algo que está haciendo falta en el nuevo enfoque del desarrollo. Del antiguo enfoque, como dicen Ravitch y Finn, uno podía aprender “quienes somos como pueblo, cuáles batallas hemos peleado, y qué auto-conocimiento hemos ganado.”

En resumen, uno adquiría “un punto de vista que podía ser cuestionado, atacado o sujeto de polémica. Lo que tomó su lugar no fue una tradición literaria reformulada y modernizada que abarcara la rica variedad de nuestra cultura, que nos revelara cómo hemos cambiado durante un período crítico de nuestra historia. La antigua tradición estaba muerta, pero en su lugar se hallaba meramente una literatura al estilo cafetería, incluyendo el equivalente escrito de la comida chatarra.”

EL ANALFABETISMO MORAL

Aunque es difícil para algunas personas creer que alguien involucrado en la educación vaya a actuar intencionalmente en maneras que induzcan al analfabetismo funcional, es difícil pasar por alto la filosofía educativa que es responsable por el analfabetismo cultural. Pero ningún Americano informado puede posiblemente dudar que ha habido una campaña a fondo para eliminar los valores morales y religiosos de nuestras escuelas. Muchos educadores van a negar la culpabilidad con respecto al analfabetismo funcional; van a afirmar inocencia con respecto al analfabetismo cultural; pero su contribución al analfabetismo moral de sus estudiantes es algo que muchos de ellos actualmente afirman con orgullo.

En generaciones pasadas los padres eran más diligentes en traspasar sus principios y
valores a sus hijos y eran ayudados por las iglesias y las escuelas que enfatizaban la educación religiosa y moral. En años recientes, en contraste, nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad más y más secular y el currículo de las escuelas públicas ha sido despojado de casi todo contenido ético. Como resultado las universidades deben confrontar a un cuerpo de estudiantes ignorantes de la evidencia y de los argumentos que subyacen y apoyan muchos de nuestros principios morales y prácticas tradicionales.

Esta pérdida del orden moral está vinculada inseparablemente a la ruina de nuestra tradición intelectual. Según el erudito Judío Will Herberg: “Estamos rodeados por todas partes por los escombros de nuestra gran tradición intelectual. En este tipo de caos espiritual, no es posible ni la libertad ni el orden. En lugar de libertad tenemos el remolino devorador del placer y del poder; en lugar del orden, tenemos la jungla de la vida sin normas y de la autoindulgencia.”

Por lo tanto, la recuperación de la creencia de que existe un orden moral trascendente y universal es una condición necesaria para que América sea liberada de su presente crisis educativa. Pensadores importantes a lo largo de la historia han contendido afirmando que hay un orden superior de cosas permanentes, de que la felicidad humana depende de vivir nuestras vidas en concordancia con este orden trascendente, y que la paz y el orden dentro de la sociedad humana requieren una conducta similar. La tarea más importante de la educación es, entonces, recordarles continuamente a los estudiantes la importancia de este orden trascendente y su contenido.

Esta eliminación de valores en la educación ha resultado de varios factores. Uno ha sido la apatía, la indiferencia, y la inacción de las personas que debieron haber estado en guardia. Esto incluye a la mayoría de Protestantes, Católicos y Judíos conservadores quienes fallaron al no decir o hacer nada. Como la gente en la parábola de Jesús del trigo y la cizaña, ellos dormían mientras el enemigo salía al campo y sembraba cizaña en sus campos.

Pero la plaga del analfabetismo moral también se debe al mayor compromiso, dedicación e ingenio de las personas que obtuvieron el control de la educación pública. Fue su dedicación con celo y sus argumentos (aparentemente buenos pero sin méritos reales) los que ganaron a suficientes políticos y jueces para sellar su victoria. Esa victoria ha sido una derrota para la educación en esta nación y una pérdida irreparable para los millones de jóvenes que tuvieron la desgracia de asistir a escuelas controladas por su filosofía.