Se puesto en medio del ojo de la tormenta un práctica lucrativa muy conocida por todos y sin embargo, poco debatida en el medio político, pareciera que la educación es un tema presidencial que se solucionaría prometiendo elevar la inversión del PBI sin tocar los viejos cimientos deteriorados que hoy la sostienen tambaleante.
No es la primera vez que se hacen estas denuncias, vender y comercializar libros en las escuelas y colegios del país ha sido siempre un dolor de cabeza para los agobiados padres de familia quienes en al inicio de cada año deben hacer verdaderos esfuerzos para conseguir el dinero que pague a la Editorial su precio de venta y además -indebidamente- el porcentaje de inmoral de ganancia obtenida por los conductores de las propias instituciones educativas.
Es inaceptable que un promotor de educación, entiéndase dueño de un centro que imparte educación, o un director de institución educativa pública, engañe a los padres de familia aprovechándose de su buena fe para hacerles creer que un libro de tal o cual editorial es el mejor y que con ello sus hijos aprenderán más.
Estafan y roban descaradamente al vender un libro con sobreprecio. Desdicen su condición docente al sacrificar la ética por el lucro fácil.
Y frente a esto las autoridades reaccionan tibiamente trasladando la iniciativa a INDECOPI para sancionar la práctica comercial amañada, pero....y que hay del servicio educativo que prestan los concesionarios de la educación privada? Puede quedar impune un hecho comprobable y evidente ? Creemos que hay que poner mayor firmeza y disponer las medidas necesarias que frenen de inmediato este innoble negociado que se hace con la niñez y la juventud del país.
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