martes, 14 de junio de 2011

LOS TRES TIPOS DE ANALFABETISMO



La educación en todos los niveles en los Estados Unidos ha alcanzado una etapa crítica. Por supuesto, la situación no surgió ayer; se ha desarrollado durante un período de décadas.
Tampoco la crisis es noticia para las personas que han estado poniendo atención a lo que ha estado ocurriendo en el país.

La crisis de la educación se manifiesta en los tres niveles de analfabetismo: el analfabetismo funcional, el analfabetismo cultural y el analfabetismo moral. De manera típica decir que una persona es analfabeta significa que la persona no puede leer ni escribir. Pero la palabra tiene otros sentidos. Algunas veces se usa con respecto a alguien que es ignorante de los fundamentos de un arte particular o de un área del conocimiento. Es este significado más amplio el que está en vista cuando, por ejemplo, decimos que una persona es analfabeta con respecto a la música.

La palabra también puede usarse para describir a una persona que se queda corta con respecto a algún estándar esperado de competencia sobre alguna habilidad o cuerpo de información. En este último sentido una persona que se queda corta de nuestro estándar comúnmente esperado de competencia en las matemáticas puede ser descrita como analfabeta, aún cuando él o ella sea bastante competente en las habilidades del lenguaje.

EL ANALFABETISMO FUNCIONAL
por Ronald Nash


El Departamento de Educación de los Estados Unidos estima que el analfabetismo funcional,la incompetencia en las funciones básicas tales como la lectura, la escritura y las matemáticas, acosa a 24 millones de Americanos. El trece por ciento de los Americanos de diecisiete años de edad son analfabetos de acuerdo a una reciente edición de la revista Time; el estimado para la juventud de las minorías en un pasmoso cuarenta por ciento.Cada año, al menos un millón de estos analfabetos funcionales se gradúan de las escuelas de secundaria de América, los orgullosos dueños diplomas sin significado.

Escribiendo en la publicación mensual Comentario, Chester E. Finn, Jr., Profesor en la Universidad de Vanderbilt, cita los sombríos descubrimientos de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo. “Solo el cinco por ciento de los estudiantes de diecisiete años de nivel de secundaria pueden leer lo suficientemente bien como para entender y usar la información que se encuentra en materiales técnicos, ensayos literarios y documentos históricos.”

Imagine entonces cuán desesperante es hacer que el otro 95 por ciento lea a Platón o a Dante – o la Biblia. “Apenas el seis por ciento de ellos,” continúa Finn, “puede resolver problemas matemáticos de múltiples pasos y usar el álgebra básica.” No estamos hablando aquí de las matemáticas difíciles sino más bien de algo tan elemental como calcular el interés simple de un préstamo.

Claramente la incompetencia de esta magnitud no es el resultado de un accidente. Una gran parte de la culpa descansa en la propia clase dirigente educativa, las mismas personas e instituciones a quienes se les ha confiado la tarea de educar a los niños de América.

Los analfabetos de hoy, sin embargo, no son personas que nunca fueron a la escuela; son, en su mayoría, individuos que han pasado de ocho a doce años en las escuelas públicas.

ANALFABETISMO CULTURAL

Aún cuando los estudiantes de nuestras escuelas públicas y colegios técnicos se las arreglan para conseguir cierto grado de alfabetización funcional, a menudo sufren de un problema diferente – el analfabetismo cultural. De acuerdo a E. D. Hirsch, Jr., el autor de la obra Alfabetismo Cultural: Lo que Todo Americano Necesita Saber, “Ser culturalmente alfabetizado es poseer la información básica que se necesita para prosperar en el mundo moderno.”

Como lo explica William J. Bennett, el ser culturalmente alfabetizado es un asunto de edificar un cuerpo de conocimiento que nos capacita para tener sentido de los hechos, nombres y alusiones citadas por un autor... Por ejemplo, alguien que no está seguro de quienes eran Grant y Lee pueden pasar por un tiempo difícil entendiendo un párrafo acerca de la Guerra Civil, no importa qué tan bien lea.

El analfabetismo cultural es el tema de un libro reciente titulado ¿Qué Saben Nuestros Muchachos de Diecisiete Años? El libro, escrito por Diane Ravitch y Chester E. Finn, Jr., reporta lo que se ha aprendido de la primera evaluación académica de cobertura nacional de los muchachos y muchachas Americanas de diecisiete años. El promedio nacional de respuestas correctas para las preguntas de historia fue de 54.5 por ciento; el promedio para las preguntas de literatura fue aún más bajo, 51.8 por ciento. Los autores señalan que si abordamos estos porcentajes desde la opinión comúnmente aceptada de que el 60 por ciento es la línea entre pasar y fracasar, entonces los estudiantes Americanos están en graves problemas.

Ravitch y Finn concuerdan con Hirsch que lo que tiene la mayor responsabilidad por elgeneralizado analfabetismo cultural en América es una forma de abordar la educación que elimina a la cultura del currículo y lo reemplaza con un énfasis sobre las habilidades del aprendizaje. “Hay una tendencia,” escriben, “en la profesión de la educación para creer que lo que los niños aprenden no es tan importante comparado con el cómo aprenden; creer que las habilidades pueden ser aprendidas sin consideración al contenido; creer que el contenido es, de hecho, irrelevante en tanto que las habilidades apropiadas estén siendo desarrolladas y ejercidas.”

Aunque la adquisición de habilidades tiene un lugar en nuestras escuelas, es solamente una parte del proceso educativo total.

Aunque el antiguo esquema tradicional para con la educación tenía sus faltas, contenía algo que está haciendo falta en el nuevo enfoque del desarrollo. Del antiguo enfoque, como dicen Ravitch y Finn, uno podía aprender “quienes somos como pueblo, cuáles batallas hemos peleado, y qué auto-conocimiento hemos ganado.”

En resumen, uno adquiría “un punto de vista que podía ser cuestionado, atacado o sujeto de polémica. Lo que tomó su lugar no fue una tradición literaria reformulada y modernizada que abarcara la rica variedad de nuestra cultura, que nos revelara cómo hemos cambiado durante un período crítico de nuestra historia. La antigua tradición estaba muerta, pero en su lugar se hallaba meramente una literatura al estilo cafetería, incluyendo el equivalente escrito de la comida chatarra.”

EL ANALFABETISMO MORAL

Aunque es difícil para algunas personas creer que alguien involucrado en la educación vaya a actuar intencionalmente en maneras que induzcan al analfabetismo funcional, es difícil pasar por alto la filosofía educativa que es responsable por el analfabetismo cultural. Pero ningún Americano informado puede posiblemente dudar que ha habido una campaña a fondo para eliminar los valores morales y religiosos de nuestras escuelas. Muchos educadores van a negar la culpabilidad con respecto al analfabetismo funcional; van a afirmar inocencia con respecto al analfabetismo cultural; pero su contribución al analfabetismo moral de sus estudiantes es algo que muchos de ellos actualmente afirman con orgullo.

En generaciones pasadas los padres eran más diligentes en traspasar sus principios y
valores a sus hijos y eran ayudados por las iglesias y las escuelas que enfatizaban la educación religiosa y moral. En años recientes, en contraste, nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad más y más secular y el currículo de las escuelas públicas ha sido despojado de casi todo contenido ético. Como resultado las universidades deben confrontar a un cuerpo de estudiantes ignorantes de la evidencia y de los argumentos que subyacen y apoyan muchos de nuestros principios morales y prácticas tradicionales.

Esta pérdida del orden moral está vinculada inseparablemente a la ruina de nuestra tradición intelectual. Según el erudito Judío Will Herberg: “Estamos rodeados por todas partes por los escombros de nuestra gran tradición intelectual. En este tipo de caos espiritual, no es posible ni la libertad ni el orden. En lugar de libertad tenemos el remolino devorador del placer y del poder; en lugar del orden, tenemos la jungla de la vida sin normas y de la autoindulgencia.”

Por lo tanto, la recuperación de la creencia de que existe un orden moral trascendente y universal es una condición necesaria para que América sea liberada de su presente crisis educativa. Pensadores importantes a lo largo de la historia han contendido afirmando que hay un orden superior de cosas permanentes, de que la felicidad humana depende de vivir nuestras vidas en concordancia con este orden trascendente, y que la paz y el orden dentro de la sociedad humana requieren una conducta similar. La tarea más importante de la educación es, entonces, recordarles continuamente a los estudiantes la importancia de este orden trascendente y su contenido.

Esta eliminación de valores en la educación ha resultado de varios factores. Uno ha sido la apatía, la indiferencia, y la inacción de las personas que debieron haber estado en guardia. Esto incluye a la mayoría de Protestantes, Católicos y Judíos conservadores quienes fallaron al no decir o hacer nada. Como la gente en la parábola de Jesús del trigo y la cizaña, ellos dormían mientras el enemigo salía al campo y sembraba cizaña en sus campos.

Pero la plaga del analfabetismo moral también se debe al mayor compromiso, dedicación e ingenio de las personas que obtuvieron el control de la educación pública. Fue su dedicación con celo y sus argumentos (aparentemente buenos pero sin méritos reales) los que ganaron a suficientes políticos y jueces para sellar su victoria. Esa victoria ha sido una derrota para la educación en esta nación y una pérdida irreparable para los millones de jóvenes que tuvieron la desgracia de asistir a escuelas controladas por su filosofía.


1 comentario:

  1. LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO.
    Las necesidades insatisfechas de las personas generan pérdida del recurso humano, cuando no crimen y violencia.
    Nadie está seguro sabiendo que alguien tiene que robar, asaltar o delinquir para poder comer.
    Se perderán miles de talentos, por el simple hecho de nacer en una familia con escasos recursos.

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