Un individuo disciplinado se construye mediante un proceso formativo intencionado, que debe promover en los estudiantes el desarrollo de ciertas habilidades que le permitan desenvolverse en el marco de una sociedad democrática. Dentro de ellas, las habilidades centrales son:
• Autoconocimiento y Autoestima
Ser disciplinado en el mundo de hoy implica tomar conciencia de uno mismo como ser diferenciado del resto, de las propias metas y características personales así como de las fortalezas y debilidades para trabajar en pro de una comunidad con la que se comparten objetivos.
Por ejemplo, es importante que un niño conozca que tiene una tendencia a responder sin reflexionar previamente. Conocer esta característica, junto con la noción de que somos seres modificables y en proceso, puede llevar a que este niño desarrolle estrategias que permitan manejar su impulsividad.
Las preguntas que orientan la reflexión del estudiante ante una acción “indisciplinada” son centrales para promover estas habilidades. ¿Qué crees que puedes hacer mejor la próxima vez? ¿Cómo crees que tus compañeros te pueden ayudar cuando tú…? En vez de: ¡Otra vez lo mismo! ¿Nunca te cansas de…?
De esta forma estamos también preservando la autoestima del estudiante, y contribuyendo así a su construcción personal, sin desconocer sus errores y debilidades, pero entregándoles un respaldo dado por nuestra confianza en que la próxima vez lo puede hacer mejor.
• Conciencia y juicio moral
La conciencia moral es la capacidad de mirarse a sí mismo percatándose de los puntos de vista adoptados respecto a lo moral, las opciones valóricas realizadas y los comportamientos que derivan de ellos. En el desarrollo de esta conciencia es normal que el niño vaya de una mayor heteronomía (uso de criterios externos para juzgar valorar y actuar), hacia una mayor autonomía (capacidad interna de evaluar desde criterios propios y producto de la reflexión personal).
El desarrollo de una conciencia moral autónoma depende por un lado del desarrollo cognitivo y por otro, del contexto en el cual se desarrolla. Así, en un contexto en el que las reglas son impuestas por los adultos, no explicadas en su sentido, en el que se organiza la convivencia en base a órdenes y se sanciona la trasgresión en base a castigos y control externo, se propicia la mantención de una moral heterónoma. En contraparte, la moral autónoma surge en relaciones de participación y colaboración. Si el sujeto se siente incluido, si ha sido convocado a co-construir los objetivos y por último, entiende que adhiere a una institución que le incluye y le valora como persona, aunque no esté de acuerdo con todas sus prescripciones, comienza a respetar y seguir determinadas normas debido a una convicción personal y a una valoración de los objetivos comunitarios como metas de gran relevancia para el bienestar personal y grupal.
Junto a ello, un sujeto disciplinado debe desarrollar la capacidad de construir argumentos razonados respecto a lo que está bien o mal, base del discernimiento que ayudará a tomar decisiones sobre ciertas conductas y no otras (juicio moral). Frente a ello, el desafío del educador es promover un nivel de juicio moral en el que los sujetos puedan ir construyendo principios universales, tales como el respeto a las personas en su dignidad. El “no-molestar a mis compañeros” se convierte en una norma a cuidar no por temor al castigo que implica la trasgresión al reglamento, sino por una valoración del ser humano y del respeto que merece su dignidad.
Lo importante aquí es que los estudiantes puedan ir construyendo sus propias convicciones a través de la reflexión. El educador pregunta, orienta, pero no sermonea ni impone sus propias concepciones.
• La empatía
Respuesta afectiva relacionada con la capacidad de sentir con otros, poniéndose en su lugar. Un sujeto que desempeña un rol en la construcción de objetivos comunes debe poseer esta capacidad, ya que la comunidad supone un entretejido de emociones distintas de una persona a otra. Para poder respetar a otro es necesario ser capaz de reconocer lo que le ocurre frente a las propias acciones y las de otros, para así tomar conciencia de sus necesidades y emociones.
El gran desafío para la escuela es ayudar a los estudiantes a empatizar con aquellos con los que no resulta espontáneo hacerlo, con los que no son los más cercanos: con el rechazado, con aquel que es muy distinto, con aquel a quien le va mal en los estudios, etc.
Las preguntas pueden mediar una reflexión que promueva empatía… ¿Cómo crees que se sintió con lo que pasó…? ¿Qué sentirías tú si…? ¿Qué pasaría contigo si…?
• Toma de perspectiva social
Se relaciona con una comprensión cognitiva de los puntos de vista de otros. Un individuo para poder colaborar socialmente desde su rol y coordinarse con otros para el logro de objetivos comunes, requiere comprender que habita en un mundo con personas que tienen mapas diferentes que es necesario comprender.
Su desarrollo incluye el paso por una serie de estadios; el sujeto pasa desde la confusión de su propia subjetividad con la de los otros, hasta la comprensión de que existen distintas perspectivas en un marco social y que éstas pueden ser comprendidas, compartidas, coordinadas o modificadas; e incluso entender y respetar el que el otro tenga una perspectiva diferente, aún cuando no la comparta.
La escuela puede contribuir al desarrollo de la toma de perspectiva incentivando a los estudiantes a escucharse entre sí, a expresar sus opiniones diferentes con respeto y a interpretar las miradas de otros. Ello favorece la valoración de las diferencias de opinión y así también la construcción colectiva y conjunta hacia un objetivo.
• La autorregulación
Se vincula con un esfuerzo personal por mantener autonomía en la auto dirección de la propia conducta, lo que implica un enorme esfuerzo por resistir presiones externas. Un estudiante disciplinado, realiza una conducta no “porque todos lo hacen”, sino porque es capaz de escoger de acuerdo a su propio criterio y de tener una conducta coherente con esto. Un estudiante que ha construido el juicio respecto al valor de respetar a otro podrá autorregularse resistiendo la presión de sus compañeros que consideran que esto es divertido, más que por evitar un castigo, por el hecho de que el molestar a otro no calza con su autoimagen y su opción valórica.
La escuela puede apoyar el proceso de autorregulación, incentivando a los estudiantes a reflexionar sobre sus conductas y las opciones posibles: ¿Por qué optaste por actuar así? ¿Qué otras posibilidades tenías? ¿Qué esperabas lograr con…? ¿Qué puedes hacer la próxima vez cuando se presente esta situación…?
• Formación valórica
Un sujeto disciplinado desde la autonomía y el compromiso con una comunidad actúa guiado por valores orientadores de su conducta. Aquello a lo cual le damos valor, orienta nuestro juicio desde el punto de vista cognitivo, permitiéndonos discernir, y por otro lado, orienta nuestra conducta hacia determinadas acciones y no otras. Entre muchos otros valores, podemos señalar que un individuo disciplinado le da valor a la persistencia, a la responsabilidad, al respeto, a la justicia, a la colaboración.
Lo importante, es que el sujeto adhiera a ciertos valores en la medida en que su experiencia de convivencia le permita conocerlos en acción y apropiarse de ellos en una relación de sentido a partir de experiencias comunitarias pertinentes, ya que éstos no se aprenden a través de discursos.
En definitiva, construir condiciones para la disciplina hoy, implica trabajar por el desarrollo de convicciones propias y por las habilidades que permitan traducir esas convicciones en conductas prosociales. Para ello, debemos tener la profunda convicción que los estudiantes son sujetos en proceso de desarrollo, educables. Si esperamos la disciplina como algo dado, estaremos fuertemente llamados al fracaso y la frustración.
La disciplina es algo que debemos construir paso a paso, para lo que no basta tener reglamentos, sino claridad sobre los aspectos que tenemos que ayudar a formar.
Tomado de La disciplina como proceso formativo Cecilia Banz Liendo Publicado por el Ministerio de Educación de la República de Chile en:
http://www.mineduc.cl/usuarios/convivencia_escolar/doc/201103071553380.Valoras%20UC%20Ficha%20La_disciplina_como_proceso_formativo.pdf
• Autoconocimiento y Autoestima
Ser disciplinado en el mundo de hoy implica tomar conciencia de uno mismo como ser diferenciado del resto, de las propias metas y características personales así como de las fortalezas y debilidades para trabajar en pro de una comunidad con la que se comparten objetivos.
Por ejemplo, es importante que un niño conozca que tiene una tendencia a responder sin reflexionar previamente. Conocer esta característica, junto con la noción de que somos seres modificables y en proceso, puede llevar a que este niño desarrolle estrategias que permitan manejar su impulsividad.
Las preguntas que orientan la reflexión del estudiante ante una acción “indisciplinada” son centrales para promover estas habilidades. ¿Qué crees que puedes hacer mejor la próxima vez? ¿Cómo crees que tus compañeros te pueden ayudar cuando tú…? En vez de: ¡Otra vez lo mismo! ¿Nunca te cansas de…?
De esta forma estamos también preservando la autoestima del estudiante, y contribuyendo así a su construcción personal, sin desconocer sus errores y debilidades, pero entregándoles un respaldo dado por nuestra confianza en que la próxima vez lo puede hacer mejor.
• Conciencia y juicio moral
La conciencia moral es la capacidad de mirarse a sí mismo percatándose de los puntos de vista adoptados respecto a lo moral, las opciones valóricas realizadas y los comportamientos que derivan de ellos. En el desarrollo de esta conciencia es normal que el niño vaya de una mayor heteronomía (uso de criterios externos para juzgar valorar y actuar), hacia una mayor autonomía (capacidad interna de evaluar desde criterios propios y producto de la reflexión personal).
El desarrollo de una conciencia moral autónoma depende por un lado del desarrollo cognitivo y por otro, del contexto en el cual se desarrolla. Así, en un contexto en el que las reglas son impuestas por los adultos, no explicadas en su sentido, en el que se organiza la convivencia en base a órdenes y se sanciona la trasgresión en base a castigos y control externo, se propicia la mantención de una moral heterónoma. En contraparte, la moral autónoma surge en relaciones de participación y colaboración. Si el sujeto se siente incluido, si ha sido convocado a co-construir los objetivos y por último, entiende que adhiere a una institución que le incluye y le valora como persona, aunque no esté de acuerdo con todas sus prescripciones, comienza a respetar y seguir determinadas normas debido a una convicción personal y a una valoración de los objetivos comunitarios como metas de gran relevancia para el bienestar personal y grupal.
Junto a ello, un sujeto disciplinado debe desarrollar la capacidad de construir argumentos razonados respecto a lo que está bien o mal, base del discernimiento que ayudará a tomar decisiones sobre ciertas conductas y no otras (juicio moral). Frente a ello, el desafío del educador es promover un nivel de juicio moral en el que los sujetos puedan ir construyendo principios universales, tales como el respeto a las personas en su dignidad. El “no-molestar a mis compañeros” se convierte en una norma a cuidar no por temor al castigo que implica la trasgresión al reglamento, sino por una valoración del ser humano y del respeto que merece su dignidad.
Lo importante aquí es que los estudiantes puedan ir construyendo sus propias convicciones a través de la reflexión. El educador pregunta, orienta, pero no sermonea ni impone sus propias concepciones.
• La empatía
Respuesta afectiva relacionada con la capacidad de sentir con otros, poniéndose en su lugar. Un sujeto que desempeña un rol en la construcción de objetivos comunes debe poseer esta capacidad, ya que la comunidad supone un entretejido de emociones distintas de una persona a otra. Para poder respetar a otro es necesario ser capaz de reconocer lo que le ocurre frente a las propias acciones y las de otros, para así tomar conciencia de sus necesidades y emociones.
El gran desafío para la escuela es ayudar a los estudiantes a empatizar con aquellos con los que no resulta espontáneo hacerlo, con los que no son los más cercanos: con el rechazado, con aquel que es muy distinto, con aquel a quien le va mal en los estudios, etc.
Las preguntas pueden mediar una reflexión que promueva empatía… ¿Cómo crees que se sintió con lo que pasó…? ¿Qué sentirías tú si…? ¿Qué pasaría contigo si…?
• Toma de perspectiva social
Se relaciona con una comprensión cognitiva de los puntos de vista de otros. Un individuo para poder colaborar socialmente desde su rol y coordinarse con otros para el logro de objetivos comunes, requiere comprender que habita en un mundo con personas que tienen mapas diferentes que es necesario comprender.
Su desarrollo incluye el paso por una serie de estadios; el sujeto pasa desde la confusión de su propia subjetividad con la de los otros, hasta la comprensión de que existen distintas perspectivas en un marco social y que éstas pueden ser comprendidas, compartidas, coordinadas o modificadas; e incluso entender y respetar el que el otro tenga una perspectiva diferente, aún cuando no la comparta.
La escuela puede contribuir al desarrollo de la toma de perspectiva incentivando a los estudiantes a escucharse entre sí, a expresar sus opiniones diferentes con respeto y a interpretar las miradas de otros. Ello favorece la valoración de las diferencias de opinión y así también la construcción colectiva y conjunta hacia un objetivo.
• La autorregulación
Se vincula con un esfuerzo personal por mantener autonomía en la auto dirección de la propia conducta, lo que implica un enorme esfuerzo por resistir presiones externas. Un estudiante disciplinado, realiza una conducta no “porque todos lo hacen”, sino porque es capaz de escoger de acuerdo a su propio criterio y de tener una conducta coherente con esto. Un estudiante que ha construido el juicio respecto al valor de respetar a otro podrá autorregularse resistiendo la presión de sus compañeros que consideran que esto es divertido, más que por evitar un castigo, por el hecho de que el molestar a otro no calza con su autoimagen y su opción valórica.
La escuela puede apoyar el proceso de autorregulación, incentivando a los estudiantes a reflexionar sobre sus conductas y las opciones posibles: ¿Por qué optaste por actuar así? ¿Qué otras posibilidades tenías? ¿Qué esperabas lograr con…? ¿Qué puedes hacer la próxima vez cuando se presente esta situación…?
• Formación valórica
Un sujeto disciplinado desde la autonomía y el compromiso con una comunidad actúa guiado por valores orientadores de su conducta. Aquello a lo cual le damos valor, orienta nuestro juicio desde el punto de vista cognitivo, permitiéndonos discernir, y por otro lado, orienta nuestra conducta hacia determinadas acciones y no otras. Entre muchos otros valores, podemos señalar que un individuo disciplinado le da valor a la persistencia, a la responsabilidad, al respeto, a la justicia, a la colaboración.
Lo importante, es que el sujeto adhiera a ciertos valores en la medida en que su experiencia de convivencia le permita conocerlos en acción y apropiarse de ellos en una relación de sentido a partir de experiencias comunitarias pertinentes, ya que éstos no se aprenden a través de discursos.
En definitiva, construir condiciones para la disciplina hoy, implica trabajar por el desarrollo de convicciones propias y por las habilidades que permitan traducir esas convicciones en conductas prosociales. Para ello, debemos tener la profunda convicción que los estudiantes son sujetos en proceso de desarrollo, educables. Si esperamos la disciplina como algo dado, estaremos fuertemente llamados al fracaso y la frustración.
La disciplina es algo que debemos construir paso a paso, para lo que no basta tener reglamentos, sino claridad sobre los aspectos que tenemos que ayudar a formar.
Tomado de La disciplina como proceso formativo Cecilia Banz Liendo Publicado por el Ministerio de Educación de la República de Chile en:
http://www.mineduc.cl/usuarios/convivencia_escolar/doc/201103071553380.Valoras%20UC%20Ficha%20La_disciplina_como_proceso_formativo.pdf
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