sábado, 6 de noviembre de 2010

LA EXACTITUD LECTORA: ERRORES FRECUENTES


Esta primera variable mencionada en el anterior post, hace referencia a la destreza del lector para decodificar correctamente la palabra escrita, es decir, para producir oralmente la palabra escrita, con independencia de que se acceda o no a su significado. Evidentemente, por correctamente debe entenderse que el lector decodifica bien los diferentes fonemas, como que lo hace en la secuencia apropiada y con la acentuación debida, si bien algunos autores diferencian entre la habilidad para realizar adecuadamente los dos primeros procesos y para llevar a cabo los tres.

Por lo general, la Exactitud Lectora es analizada a través de la constatación de los errores de decodificación que comete el lector, que podemos resumir como sigue:

Sustitución: El lector produce un fonema diferente al que realmente corresponde a la letra decodificada. Aunque algunos autores distinguen como un error diferente la denominada “rotación” (decodificación del fonema que corresponde a una letra simétrica a la original, como cuando se lee /b/ al decodificar /d/), por considerarlos ejemplos típicos de alteraciones perceptivo-visuales, nosotros no somos partidarios de ello en absoluto, ya que:

(a) estadísticamente la proporción de rotaciones en español es más que insignificante;

(b) muchas de las sustituciones llamadas rotación se dan con letras que representan fonemas casi idénticos (por ejemplo, es mayor la similitud fonológica entre /p/ y /b/ que la similitud visual entre las letras p y b).

Sustitución de palabras: En ocasiones la sustitución de una letra da lugar a que se decodifique una palabra diferente a la original, hablándose de sustitución de palabras en estos casos, al igual que cuando se produce lo que Glez. Portal (1984) denomina “invención”, que sería el cambio de la palabra original por otra con la que la secuencia de letras no guarda sino una similitud parcial (por ejemplo, leer “botella” por “bebida”.

Adición: El lector añade un fonema o sílaba al estímulo original (p.ej., en lugar de pla lee pala o en lugar de patata lee patatas). Como puede fácilmente verse con el segundo de los ejemplos, a veces una adición da lugar a que se decodifique una nueva palabra, por lo que en estos casos podría hablarse tanto de este error como del anterior. En nuestra opinión, en el proceso de evaluación psicopedagógica esta no es una cuestión de importancia, ya que –como veremos más adelante- son las tendencias de errores las que nos interesan, de modo que se podría optar por catalogar los errores de este tipo de cualquiera de ambos modos, al igual que podría hacerse con las dudas entre una sustitucion y una sustitución de palabras.

Adición de palabras: A veces el lector emite una palabra completa que no aparece escrita, siendo éste el error denominado adición de palabras; un error que suele darse sólo en lectura de textos y que suele consistir en la adición de adverbios, preposiciones o conjunciones.

Omisión: El lector no produce el fonema correspondiente a una letra presente en el texto. Generalmente, las letras cuya lectura se omite suelen ser la I y U en diptongos, la L y la R en sílabas como BRA, PLA, TRES, y las consonantes en posición final de sílaba (N, R, L...).

Omisión de sílabas: Como en el caso anterior, no se produce la decodificación de un segmento de la palabra, sólo que ahora es una sílaba el segmento omitido.

Omisión de palabras: En la lectura de una frase o un texto, se omite una palabra completa, que suele ser un adverbio, artículo, pronombre o cualquiera otra palabra funcional (por lo general, además, monosílabas).

Inversión de orden: En este caso la falta de exactitud consiste en alterar el orden de los fonemas en la secuencia de la sílaba o palabra, como cuando se lee tar en vez de tra o ple en vez de pel. Aunque las inversiones de orden más frecuentes se suelen dar en le marco de una sílaba, las hay también que afectan a dos sílabas subsecuentes (a veces llamadas “traslocaciones” o “trasposiciones”), como cuando se lee Grabiel en vez de Gabriel o colodaro en vez de colorado, si bien en este último ejemplo cabe entender que no se ha producido una inversión de orden, sino dos sustituciones (/r/ pasa a /d/ y luego /d/ pasa a /r/). Como ya dijimos al hablar de las sustituciones de palabras, creemos que en estas situaciones cada error debe analizarse en el marco de la tendencia de errores que comete el lector en particular que estemos examinando.

Ortografía Fonética: Este apartado se refiere a las habilidades que nos permiten codificar la palabra hablada de manera apropiada. Suelen dividirse en ortografía fonética (incluidas las reglas contextuales), reglada (de reglas categóricas) y arbitraria, y suelen analizarse a partir del tipo de errores que se cometen al escribir, que coinciden en líneas generales con los errores ya descritos en lectura al hablar de exactitud, salvo por las siguientes matizaciones:

Sustituciones: En el caso de la escritura es especialmente importante distinguir si la sustitución producida da lugar a una forma hablada diferente o no (no es lo mismo cometer una sustitución del tipo porce en lugar de “porque” que otras del tipo bentana por “ventana”) y si, cuando hay cambio fonético, lo que se ha alterado está regido por una regla unívoca (como en /p/ se escribe P), contextual o categórica.

Uniones: Error que no puede darse en lectura, pero relativamente frecuente en escritura. Consiste en que dos o más palabras se escriben sin solución de continuidad (p. ej., micasa por “mi casa”; ladelacasa roja por “la de la casa roja”).

Fragmentaciones: En escritura, este error no refleja problemas de fluidez, sino de ortografía arbitraria, como argumentaremos en un momento. Evidentemente, se refiere al caso en que una palabra se escribe como si fuesen dos o más palabras (buena mente por “buenamente”, por ejemplo).
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