Por: Dr. Víctor Dávila Felices
Hace ya algunos años que en medios educativos
se habla de competencias y el término ya llegó a las aulas, a las reuniones de
profesores, a las pruebas de evaluación, etc. A menudo como sinónimo de conocimiento,
capacidad o habilidad. Esto no hace más que profundizar la confusión existente
sobre el significado preciso de cada uno de estos términos. No es este el lugar
para un trabajo crítico o erudito de las distintas conceptualizaciones de los
vocablos, pero puede ser pertinente proponer algunas definiciones simples y
operativas. A mi me ha sido útil la conceptualización que propone Joan Mateo,
el decano de la Facultad
de Pedagogía de la
Universidad de Barcelona.
"Cuando alcanzamos la comprensión de un saber desde su
lógica interna, la que permite seguir profundizando en su construcción y
desarrollo, decimos que hemos alcanzado el dominio o adquisición de un conocimiento.
Cuando relacionamos este conocimiento concreto con un contexto de realidad y ampliamos nuestro campo cognoscitivo entendiendo e interpretando el conocimiento en función de la realidad con la que se relaciona, nos hallamos frente a una capacidad.
Cuando esta capacidad se manifiesta y permite la aplicación del conocimiento sobre una realidad específica para su transformación, estamos situados en el dominio de las habilidades.
Cuando una realidad compleja exige seleccionar entre el universo de conocimientos, capacidades y habilidades relacionadas con dicha realidad, aquellas que se requieren para su comprensión y transformación nos encontremos frente a una competencia. Su desarrollo en la persona exige no tan sólo capacidad de gestión global de las mismas sino también un cierto grado de conjunción con determinadas actitudes y valores personales."
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