LAS CONFLICTIVIDADES EN LOS CENTROS DOCENTES Y LA MEDIACION ESCOLAR
por Beatriz Rabasa
por Beatriz Rabasa
Muchos estudios últimamente se han dedicado a desentrañar la problemática del acoso sistemático que algunos alumnos efectúan sobre otros en el ámbito educativo. Esta problemática puede conllevar graves consecuencias, pero debemos ser conscientes de que no agota en modo
alguno el fenómeno de la conflictividad en las aulas. Los insultos contra los profesores, el cuestionamiento permanente de su autoridad e incluso las amenazas más o menos veladas contra su persona constituyen una realidad que los recientes y desgraciados sucesos de intimidación entre alumnos han venido a ocultar.
alguno el fenómeno de la conflictividad en las aulas. Los insultos contra los profesores, el cuestionamiento permanente de su autoridad e incluso las amenazas más o menos veladas contra su persona constituyen una realidad que los recientes y desgraciados sucesos de intimidación entre alumnos han venido a ocultar.
Si nos centramos en la primera de estas manifestaciones de conflictividad nos encontramos con el término bullying, nuevo anglicismo que nos vemos obligados a utilizar a falta, por el momento, de una satisfactoria traducción en castellano. La palabreja del bullying, algo así como “matonismo”, se ha propagado con gran rapidez por los distintos medios de comunicación y constituye ya parte del acervo habitual de los estudiosos de estas cuestiones.
Tres actores, claramente diferenciados, aparecen en la dinámica de todo proceso de bullying: Procedamos a su estudio con el fin de superar algunas ideas muy extendidas respecto a sus características pero que son totalmente erróneas. En este sentido cabe distinguir:
1) El agresor o bully es el que utiliza de forma sistemática el acoso verbal, emocional, físico o social contra alguno de sus compañeros.
2) La víctima que puede ser cualquiera de los compañeros del agresor y que frente a la provocación responde negativamente.
3) El grupo que actuando como mero espectador ante el acoso contribuye con su silencio al maltrato.
EL AGRESOR
El agresor es aquél que padece graves problemas emocionales que pretende superar mediante el uso sistemático de mecanismos de acoso dirigidos contra sus compañeros. No se trata de un chaval que presente las características del líder natural. Es más, ni siquiera tiene que responder al
prototipo del muchacho más corpulento o seguro de sí mismo. De hecho, y esto conviene destacarlo, si no desplegase comportamientos agresivos permanecería muchas veces en el anonimato.
El agresor es aquél que padece graves problemas emocionales que pretende superar mediante el uso sistemático de mecanismos de acoso dirigidos contra sus compañeros. No se trata de un chaval que presente las características del líder natural. Es más, ni siquiera tiene que responder al
prototipo del muchacho más corpulento o seguro de sí mismo. De hecho, y esto conviene destacarlo, si no desplegase comportamientos agresivos permanecería muchas veces en el anonimato.
El bully pretende con sus actuaciones alcanzar un protagonismo frente a ese grupo que contempla de forma pasiva su agresión. El bully persigue mitigar la angustia que le provoca su desequilibrio emocional y utilizando el acoso sistemático contra su víctima logra, mediante un típico mecanismo compensatorio, sentirse mejor al ser aceptado por parte del grupo.
La agresividad desplegada por el agresor puede ser de distintos tipos como queda dicho. Así junto a la verbal o física podemos hablar también de la emocional, en la que mediante un chantaje emocional continuo en que aparecen pautas incluso de victimismo logra manejar a su antojo la voluntad de su víctima. Junto a ella aparece la social que busca conseguir la marginación, el rechazo del grupo hacia la víctima consiguiendo en algunos casos que sea ignorada por completo, es decir su invisibilidad completa.
LA VICTIMA
La víctima puede ser cualquier alumno y esto conviene tenerlo muy claro. Efectivamente existe una creencia errónea en el sentido de pensar que la víctima responde al estereotipo de muchacho tímido, acomplejado y con ciertas dificultades de relación. Esta idea preconcebida tenemos que superarla porque de lo contrario cualquier intento de resolución de esta problemática resultaría estéril.
La víctima puede ser cualquier alumno y esto conviene tenerlo muy claro. Efectivamente existe una creencia errónea en el sentido de pensar que la víctima responde al estereotipo de muchacho tímido, acomplejado y con ciertas dificultades de relación. Esta idea preconcebida tenemos que superarla porque de lo contrario cualquier intento de resolución de esta problemática resultaría estéril.
La víctima que carece de mecanismos para defenderse de la agresión sistemática del bullying, la que no responde de forma asertiva a la provocación, se puede sumergir rápidamente en un proceso de culpabilización muy destructivo. En este último caso la víctima se pregunta ¿por qué a mí?, ¿por qué me han elegido a mí?. Incapaz de dar una respuesta satisfactoria tiende pues a culpabilizarse y considerar que si sufre estas agresiones es porque realmente es merecedora del castigo.
Por cierto, esta reacción psicológica consistente en sentirse culpable y por tanto única responsable de lo que sucede habitualmente se presenta también en los casos de las víctimas del mobbing y de la violencia de género.
EL GRUPO
El grupo también maltrata, no es en modo alguno un espectador inocente ya que colabora con su pasividad a que se de el abuso de poder que supone el bullying. El grupo es también responsable de lo que ocurre, es un protagonista activo del acoso al que es sometida la víctima. Sus integrantes, temerosos muchas veces de poder ser escogidos ellos mismos como posibles víctimas por el agresor, prefieren esconderse en la protección que ofrece el anonimato. Su papel, como espectador complaciente, es el que, no olvidemos, estimula el afán de protagonismo del agresor.
El grupo también maltrata, no es en modo alguno un espectador inocente ya que colabora con su pasividad a que se de el abuso de poder que supone el bullying. El grupo es también responsable de lo que ocurre, es un protagonista activo del acoso al que es sometida la víctima. Sus integrantes, temerosos muchas veces de poder ser escogidos ellos mismos como posibles víctimas por el agresor, prefieren esconderse en la protección que ofrece el anonimato. Su papel, como espectador complaciente, es el que, no olvidemos, estimula el afán de protagonismo del agresor.
Cuando el acoso es descubierto los agresores intentan diluir su responsabilidad en ese grupo que han venido liderando únicamente gracias al acoso ya que, como dijimos, carecen de las dotes positivas del líder natural.
La conclusión que se desprende de este breve análisis es que necesariamente cualquier estrategia que pretendamos desarrollar para resolver los problemas del acoso escolar tiene que tener presente qué actores participan en el mismo, sin despreciar pues el importante papel desempeñado por el
grupo, y por supuesto debe de conocer los mecanismos desplegados por el acosador para ocultar su responsabilidad así como las formas de agresión utilizadas, que no se limitan en modo alguno a las propias de la violencia física.
grupo, y por supuesto debe de conocer los mecanismos desplegados por el acosador para ocultar su responsabilidad así como las formas de agresión utilizadas, que no se limitan en modo alguno a las propias de la violencia física.
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