Tomado de Save To Children
El castigo es un proceso que se enfoca en los errores del niño. Se basa en que uno debe hacer sufrir al niño para ayudarlo a entender lo que ha hecho mal e impedir que lo vuelva a hacer.
Ya que el castigo físico es usado muchas veces por gente a quienes los niños aman y quienes tienen responsabilidades hacia ellos, se establece un lazo entre el amor y la violencia. Cuando alguien nos ama o somos más fuertes que ellos o tenemos autoridad sobre ellos, poseemos un poder del cual podemos abusar.
El Castigo Físico y Humillante es un abuso de poder. Es importante que los padres entiendan la diferencia entre ejercer autoridad con sus hijos, usando técnicas positivas de disciplina, y abusar del poder que tienen sobre sus hijos al utilizar el Castigo Físico y Humillante.
El Castigo Físico y Humillante a veces asegura la obediencia de los niños, pero esta fácil solución tanto de los padres como de los maestros no los beneficia a largo plazo. Puede ser más fácil y rápido que los métodos positivos de disciplina, pero también puede dañar el desarrollo del niño y la relación entre padre e hijo. Los niños pueden acatar los deseos de los adultos inmediatamente después de ser golpeados, pero los niños pequeños frecuentemente no recuerdan por qué les han pegado y estos solo se abstendrán del comportamiento indebido cuando sientan la amenaza inminente de ser golpeados.
Este tipo de castigo asusta a los niños para que se comporten de cierta manera: no los incentiva a querer portarse bien, no les enseña autodisciplina ni promueve comportamientos alternativos. Es más, muchos teóricos del comportamiento cuestionan la validez del castigo como un instrumento para el aprendizaje, recomendando en su lugar sistemas para premiar el comportamiento positivo.
La disciplina positiva asume que los niños quieren portarse bien, pero necesitan ayuda para comprender cómo hacerlo. Se basa en que los niños aprenden más a través de la cooperación y de la recompensa que a través del conflicto y del castigo. También trabaja con la idea de que cuando los niños se sienten bien tienden a portarse bien, y que cuando se sienten mal son más propensos a portarse mal.
Este enfoque da a entender que:
- El comportamiento aceptable será modelado a partir de los padres y cuando los niños se porten bien, serán premiados con atención y elogios.
- Siempre es el comportamiento y no el niño el que es calificado como equivocado.
- Al mal comportamiento se le da la menor atención posible y no es premiado.
- Los padres tendrán expectativas reales de lo que sus hijos son capaces de hacer a diferentes edades y no pedirán más de lo que sus hijos pueden lograr.
- Todo límite o regla será claramente expuesta e impuesta sin violencia para que el niño o la niña entiendan lo que se espera de él o de ella. Una petición se hará positivamente; es decir, se propondrán más acciones que prohibiciones.
- Se definen límites claros en cosas importantes, pero también habrá una preparación para negociar temas de menor importancia.
- Los padres llegarán a conocer sus propios puntos críticos y desarrollarán estrategias para lidiar con ellos y evitar golpear a los niños.
- Se escucha a los niños, sus puntos de vista reciben consideración apropiada y ellos son tratados justa y respetuosamente.
- La disciplina tendrá una relación clara y proporcionada con el comportamiento que debe cambiarse.
- Puede utilizarse sanciones que no sean físicas ni humillantes.
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