Por Pedro Barreda
Pubertad y adolescencia son dos términos que a veces se confunden. Esta confusión es absolutamente normal, pues ambos conceptos están estrechamente unidos. Definimos la pubertad como una etapa en la que los órganos sexuales primarios inician su madurez y empiezan a aparecer los secundarios. Debemos añadir que, con ella, comienza esa fase más amplia llamada adolescencia.
A la pubertad la podemos considerar un fenómeno biológico por el cual el cuerpo experimenta una serie de transformaciones sexuales que permiten la procreación. La adolescencia se deriva de la pubertad, ya que es la respuesta psíquica y social originada por los cambios corporales. Pero la gran diferencia entre una y otra etapa es que en la pubertad se descubre el sexo y durante la adolescencia se da un paso más allá, es decir, se ponen en práctica los descubrimientos anteriores, aparecen las fantasías sexuales, los genitales se definen...
Algunos jóvenes tienen ya sus primeras relaciones sexuales completas, marcando un límite muy difuso entre su comportamiento y el de los adultos. Si la pubertad se convierte en algo similar a un juego exploratorio en el que prima el instinto, en la adolescencia ese juego va volviéndose poco a poco más consciente. Sobre la adolescencia se ha escrito mucho y las definiciones han cambiado a lo largo del tiempo. Antiguamente, se la asociaba a una etapa de transición desde la irresponsabilidad hasta la responsabilidad. Hoy en día estamos más cerca de creer que se trata de una época de tránsito desde la infancia hasta la edad adulta, en la que los jóvenes, además de consolidar las transformaciones físicas iniciadas en la pubertad, construyen su propia personalidad. Es pues, un tiempo de cambio, de descubrimientos, en el que el pensamiento, las emociones o los sentimientos están a flor de piel.
La adolescencia tiene su punto de partida con la pubertad. Lo que no está tan claro es cuándo acaba la etapa adolescente.
Tanto la pubertad como la adolescencia coinciden en la fecha de inicio, fácilmente identificable, ya que los cambios corporales son visibles. Lo que no está tan claro es cuándo acaba la etapa adolescente. Algunos especialistas fijan la edad final del adolescente alrededor de los diecinueve años, pero esta cifra puede cambiar en función de diversas variables, como son la educación, la autonomía económica, etc. Parece evidente que, en nuestra sociedad, la adolescencia se ha alargado en los últimos años, debido a que los jóvenes dedican más tiempo a los estudios y se independizan a una edad más tardía. Hay que recordar que la adolescencia, tan familiar entre nosotros, no es un concepto universal, puesto que en algunas sociedades primitivas los niños se trasforman en adultos de la noche a la mañana, por medio de ritos.
Durante la adolescencia se da un paso más allá, es decir, se ponen en práctica los descubrimientos anteriores, aparecen las fantasías sexuales, los genitales se definen...
La adolescencia tiene su punto de partida con la pubertad. Lo que no está tan claro es cuándo acaba la etapa adolescente.
Tanto la pubertad como la adolescencia coinciden en la fecha de inicio, fácilmente identificable, ya que los cambios corporales son visibles. Lo que no está tan claro es cuándo acaba la etapa adolescente. Algunos especialistas fijan la edad final del adolescente alrededor de los diecinueve años, pero esta cifra puede cambiar en función de diversas variables, como son la educación, la autonomía económica, etc. Parece evidente que, en nuestra sociedad, la adolescencia se ha alargado en los últimos años, debido a que los jóvenes dedican más tiempo a los estudios y se independizan a una edad más tardía. Hay que recordar que la adolescencia, tan familiar entre nosotros, no es un concepto universal, puesto que en algunas sociedades primitivas los niños se trasforman en adultos de la noche a la mañana, por medio de ritos.
Durante la adolescencia se da un paso más allá, es decir, se ponen en práctica los descubrimientos anteriores, aparecen las fantasías sexuales, los genitales se definen...
EL DIALOGO MAS DIFÍCIL
De nada sirven las recriminaciones que se hacen a una chica porque su manera de vestir o de maquillarse parece demasiado provocativa.
Del mismo modo que el púber se siente extraño consigo mismo a causa de los cambios físicos que experimenta, algo parecido le ocurre con su entorno familiar, que le exige ahora otras normas y otras pautas de conducta. Es habitual, pues, que trate de rebelarse contra las imposiciones de los padres ya sea con sus salidas nocturnas, desafíos al frío, conductas temerarias y disfunciones fisiológicas (inapetencia, obesidad, fatiga.) Ante estas conductas lo más recomendable es que los padres recurran al diálogo con su hijo, que le den razones y explicaciones sobre la conveniencia de seguir las normas que se le imponen. Sin embargo, hay que evitar ser severos y vengativos, y es igualmente importante no guardar resentimientos inútiles, ya que estos comportamientos solamente conseguirán complicar la relación, y no siempre será fácil ponerles remedio.
Aunque a veces parezca lo contrario, no es cierto que los chicos ignoren los consejos que se les dan.
EN BUSCA DE PRIVACIDAD
La imaginación creativa es el principal recurso que tienen los púberes para crearse una realidad autónoma y diferente de la de su niñez y de la que le ofrecen los padres. Por ello, construyen su propia realidad imaginaria a través de diversas actividades, como, por ejemplo, el diario íntimo, el rincón personal, las nuevas aficiones, o la pasión por la ficción o por la poesía Todos estos intereses requieren soledad o compañías escogidas Precisamente, el culto a la amistad es típico de esta edad. Los amigos se extrañan, se disculpan, se sinceran A esta edad, los chicos prefieren, por supuesto, el control de los amigos que el que ejercen los padres, a los que sienten como si les estuvieran sometiendo a una verdadera persecución Por ello, no es bueno que los padres invadan la habitación del chico sin su permiso, ni que entren en el baño mientras ellos lo ocupan, ni que lean sus cartas o registren sus armarios. Hay que empezar a gestar una relación de confianza mutua que sólo se irá conquistando con paciencia, tolerancia y tiempo.
No es bueno que los padres interfieran en las conversaciones telefónicas de su hijo con los amigos Sólo cuando no se le pregunte tendrá ganas de explicar de qué ha estado hablando.
Es posible que los chicos que se sienten incomprendidos y controlados eviten su casa llegan más tarde de lo previsto, rehuyen la compañía paterna y puede que incluso se fuguen por una noche o varias horas.
No es bueno que los padres interfieran en las conversaciones telefónicas de su hijo con los amigos Sólo cuando no se le pregunte tendrá ganas de explicar de qué ha estado hablando.
Es posible que los chicos que se sienten incomprendidos y controlados eviten su casa llegan más tarde de lo previsto, rehuyen la compañía paterna y puede que incluso se fuguen por una noche o varias horas.
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