La competencia más ansiada por las naciones es que todos sus ciudadanos puedan, sepan y quieran leer y escribir. La lectura y la escritura, como instrumentos privilegiados de acceso a la información y el saber, son un derecho ciudadano, una condición para aprender y seguir aprendiendo, para pensar ordenadamente, y para insertarse y participar en democracia en el competitivo mundo laboral.
Respecto de las competencias comunicativas, el español García Garrido destaca la capital transcendencia de la formación básica al señalar que “la calidad atribuible a los periodos fundamentales del aprendizaje adulto en sus diversas formas, comenzando por el aprendizaje propedéutico para estudios superiores y profesionales, siguiendo por el aprendizaje superior y universitario y terminando por el conjunto de acciones de aprendizaje permanente, está íntimamente relacionada con el progreso alcanzado por las competencias comunicativas al
término de la escolaridad obligatoria”.
Desarrollar las competencias de lectura y escritura no basta para la sociedad del conocimiento. Manejar las herramientas matemáticas y científicas, expresión de los rasgos del pensamiento matemático y científi co, es indispensable para alcanzar una formación académica suficiente que propicie que los adultos del mañana sean capaces de comprender y aplicar conceptos, modelos y procesos científicos a los problemas que vayan encontrando a lo largo de sus vidas. También
permite entender toda clase de asuntos que dan forma a las sociedades modernas, las cuales se basan en gran medida en los avances tecnológicos y científicos.
Competencias para el mundo laboral
La dinámica de la producción y de la renovación de los empleos será intensa en los años que vienen. Se estima que más de las dos terceras partes de las carreras profesionales desaparecerán, mientras que surgirán otras derivadas del más alto desarrollo tecnológico; por
ejemplo, de las ciencias genómicas, la nanotecnología, los nuevos materiales, la inteligencia artificial y las que tienen que ver con el conocimiento de formas de vida en otros planetas. El acercamiento de las instituciones de enseñanza a las empresas favorecerá el descubrimiento
de esas nuevas profesiones, la construcción de vías de formación profesional fundadas en la alternancia y la mejora de la inserción profesional juvenil. Según la OCDE, al año 2020 la proporción de personas que llevarán a cabo trabajos que requieran de una formación técnica o profesional inicial para luego realizarlos toda la vida, descenderá hasta un 10 o 12%.
Un estudio sobre el talento en Latinoamérica revela que las competencias más difíciles de encontrar por los empleadores son las que exigen del postulante capacidad de pensamiento analítico e interactivo, cuya función no es rutinaria. Si esto es así, la educación ofrecida en los países de la región, basada en la rutina, tendrá que replantear sus objetivos para que el protagonismo central lo tengan la refl exión, el análisis, la síntesis, el debate racional y argumentativo permanente de ideas, así como la interactividad intelectual y social.
El requisito es la modificación sustancial de las estrategias de formación y capacitación de profesores, de los contenidos curriculares, de las formas y los medios como se transmiten y se adquieren los aprendizajes; incluso los horarios y calendarios de enseñanza y las características físicas de los espacios y mobiliarios educativos deberán adecuarse al logro de las competencias aspiradas.
Por tanto, las capacidades, destrezas y actitudes necesarias para actuar en el mundo laboral tienen una enorme relevancia en la definición de las competencias que los sistemas educativos deben asegurar.
Empleos que, como resultado del avance tecnológico, crecerán a ritmos menores que el aumento de la fuerza de trabajo. Las relaciones y el comercio internacional exigirán al sistema educativo cultivar, desde muy temprana edad, cualidades referidas a la comunicación en lenguas extranjeras, la lectura digital, la capacidad de aprender y reaprender, el desarrollo del espíritu empresarial y de generación del autoempleo, la motivación, la autoconfi anza, la capacidad de correr riesgos y de trabajar en equipo. También se deberá formar en actitudes que ayuden a desarrollar la solidaridad y sensibilidad humanas, la tolerancia, la comprensión mutua y la valoración de las expresiones artístico-culturales.
Competencias personales y ciudadanas
Boris Cyrulnik, desde un enfoque psicológico, establece cinco características que deben poseer los jóvenes para afrontar la sociedad del futuro. Estas características son las siguientes:
Explicar su propia vida, la del mundo y del universo; autoestimarse y estimar a los otros;
plantearse un proyecto; poseer capacidades para llevarlo a cabo; y practicar estrategias para vincularse sanamente con los demás.
Vincular la formación con estos planos de desarrollo de capacidades y actitudes es un reto muy difícil, pero inevitable. Para lograrlo, las instituciones de enseñanza tendrán que trabajar en alianza con otros sectores y la comunidad, en especial con las familias. A la escuela no hay que sobrevalorarla ni exigirle más de sus potencialidades. Lo deseable es que centre sus esfuerzos en buscar un equilibrio entre la formación de la personalidad del estudiante y la transmisión del
saber y la cultura; que redescubra que tiene un papel vital en los procesos de transmisión de pautas culturales, de valores y de conducta ciudadana.
En segundo lugar, la escuela debe mantener sus finalidad des de socialización, de compensación de diferencias sociales, de generación de la autoestima necesaria y de complemento de la educación familiar, con miras a que cada individuo establezca y desarrolle un proyecto de vida acorde con los cambios que se van produciendo.
En tercer lugar, la escuela debe reforzar su capacidad de orientación, sobre todo en un contexto de incertidumbre, violencia e inseguridad.
Finalmente, debe desarrollar las competencias para la comunicación y colaboración interactiva, así como para el uso de los principios básicos matemáticos, científi cos y tecnológicos, lo que ayudará al estudiante a incrementar su libertad y capacidad para explorar su mundo. Con este propósito, la formación de los profesores no deberá descuidar la inclusión de componentes de psicología y los psicólogos escolares deberán tener una mayor presencia en el trabajo de las
instituciones educativas.
Hugo Diaz Diaz , es planificador de la educación, especialista en el estudio y evaluación de políticas educativas
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