viernes, 22 de agosto de 2008

CICERON "LAS CATILINARIAS"


En el año 63 AC es decir hace dos mil 2071 años atrás, Marco Tulio Cicerón ocupó el Consulado romano, era famoso por sus escritos sobre política y filosofía, y sobre todo destacadísimo orador. Cicerón hizo de la palabra una demoledora arma con la que enfrentó exitosamente al sistema para reprocharle sus injusticias y también su inmoralidad.

Lucio Sergio Catilina, un hombre de cuna patricia pero ambicioso, demagogo y turbulento intentó ser elegido cónsul para el año siguiente. Al ser derrotado, Catilina eligió un mecanismo más expeditivo: asesinar a los cónsules, a los magistrados y a los senadores más importantes y tomar el poder.

Sólo Cicerón se atrevió a sacar a la luz esas iniquidades con este brillante discurso, cuyas palabras iniciales están entre las más famosas de su autor. Por ser escrito en contra de Lucio Sergio Catilina se les denominó CATILINARIAS.

Vale la pena evocar la figura del ilustre orador en los actuales tiempos en que hace falta decir las cosas claras y sin temor, haciendo honor a la verdad y cumpliendo con el imperativo moral de no dejar impune la corrupción y la deshonra que campea en algunos sectores de nuestra organización estatal.
(fragmento)

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia rostra? O tempora! O mores!

“¿Hasta cuándo, Catilina, has de abusar de nuestra paciencia? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfrenada audacia?...¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves tu conjuración fracasada por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo y que has hecho anoche y anteanoche, dónde estuviste, a quiénes convocaste y qué resolviste? ...

Porque, Catilina, ¿qué atractivos puede tener ya para ti Roma, donde fuera de la turba de perdidos, conjurados contigo, no queda nadie que no te tema, nadie que no te aborrezca? ¿Hay alguna clase de torpeza que no manche tu vida doméstica? ¿Hay algún género de infamia que no mancille tus negocios privados? ¿Qué impureza no contemplaron tus ojos, qué maldad no ejecutaron tus manos? ¿Qué deshonor no envolvió todo tu cuerpo? ¿A qué jovenzuelo de los seducidos por tus halagos no facilitaste para la crueldad la espada, para la lujuria la antorcha? ¿Qué más? Cuando ha poco la muerte de tu primera esposa te permitió contraer nuevas nupcias, ¿no acumulaste a esta maldad, otra verdaderamente increíble? Maldad que callo y de buen grado consiento quede ignorada, para que no se vea que en esta ciudad se cometió tan feroz crimen o que no fue castigado. Tampoco hablaré de la ruina de tu fortuna, de que estás amenazado para los próximos idus. Prescindo de la ignominia privada de tus vicios, de tus dificultades y vergüenzas domésticas, para concretarme a lo que atañe a la República entera, a la vida y conservación de todos nosotros…”

Desde entonces , cuando un encendido discurso como el mostrado está orientado a la crítica demoledora se le llama catilinaria, sinónimo usado frecuentemente y que esperamos ahora sepan su origen o lo hayan recordado.
Descarga Las Catilinarias en su versión original (latín) y traducida al español. (click aqui)

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