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Hoy en día son pocos los padres reconocen la gran responsabilidad que tienen en la formación del carácter o personalidad de sus hijos.
Aunque es verdad que los niños pueden tener tendencias a conductas inapropiadas, lo cierto es que los padres tienen la gran tarea de instruir, corregir, proteger y dirigir a sus hijos para enseñarles a vencer sus debilidades y hacer de ellos personas de carácter y emociones estables.
LA FALTA DE INSTRUCCIÓN.
Es muy frecuente escuchar: “Mi hijo es muy enojón”, “mi hijo es muy rebelde”, como si fuera una particularidad del hijo, y que en este comportamiento los padres fueran incapaces de influenciarlo o corregirlo. Sin embargo, es la falta de instrucción del padre sobre el hijo lo que puede tener estas consecuencias.
Lo primero que debemos saber es que todos los niños nacen con ciertas tendencias emocionales, es decir, hay niños que pueden tener una tendencia al enojo, otros pueden tener una tendencia a la rebeldía; pero estas tendencias se pueden corregir con instrucción adecuada.
Sin embargo, cuando la tendencia no se corrige a tiempo por la falta de esta instrucción, la tendencia se convierte en un hábito y cuando el hábito se repite y se repite y se vuelve a repetir, después es casi imposible quitarlo.
“Mi niño es muy enojón”. No; lo cierto es que nunca lo corrigieron, nunca lo instruyeron, entonces el niño va a seguir repitiendo el patrón que ya se ha habituado en él.
Usted como padre puede decir: “es que así es él”. Nosotros decimos: ¡no! Hay que instruirlo.
Si un padre de familia no instruye y corrige estas tendencias, será responsable de las consecuencias posteriores. Para esto hay que conocer al niño, hay que conocer
sus tendencias, conocer sus fortalezas así como sus debilidades, sus virtudes; pero también hay que conocer sus defectos, para que el padre pueda en un momento dado estimular las virtudes y estimular las fortalezas y protegerlo, instruirlo y ayudarlo en sus debilidades.
(publicado en http://www.esperanzaparalafamilia.com/Rev/Articulos/PDFs/PDF0107.pdf)
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