sábado, 25 de abril de 2009

QUEDARSE CON EL ORO Y EL MORO

(Transcripción de Belcart.com )

Esta es una locución bastante difundida en nuestro lenguaje coloquial y, por lo general, se la usa para ponderar el precio y el aprecio (a veces, bastante exagerado) de una cosa o persona.

El origen del dicho fue un hecho de armas protagonizado por un grupo de caballeros jerezanos durante las guerras de la Reconquista.

Sucedió que, durante una incursión afortunada, estos caballeros lograron capturar a unos cincuenta moros notables, entre los que se encontraban Abdalá, el alcalde de la ciudad malagueña de Ronda y un sobrino de éste, llamado Hamet.

El alcaide obtuvo muy pronto su rescate, mediante el pago de una fuerte suma de dinero, pero no así los demás -ni siquiera su sobrino Hamet-, pese a los enérgicos requerimientos del propio rey Juan II de Castilla.

Los caballeros -y particularmente, la esposa de uno de ellos- exigían la entrega de cien doblas (monedas castellanas de oro) por la liberación del cautivo.

En virtud de esto, el rey ordenó que Hamet fuese trasladado a la Corte, pero debido al forcejeo entre el soberano y los caballeros por el cobro del rescate, la malicia del pueblo no tardó en acuñar la frase quedarse con el oro y el moro, aplicada a la aparente intención negociadora (en su favor) del rey.

Con el tiempo, el dicho comenzó a aplicarse para censurar a toda persona que pretende retener más de lo que le corresponde por derecho, y así es comno lo usamos en la actualidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario