lunes, 21 de junio de 2010

SON EDUCATIVOS LOS CASTIGOS?


Bastantes padres y madres, cuando se cansan de hacer continuos recordatorios y advertencias a sus hijos, recurren a los castigos.

Los castigos presentan muchos inconvenientes: con ellos se activan sentimientos destructivos en los niños, como el odio o la venganza; se tiende a deteriorar la confianza y la comunicación entre los padres y los hijos; también puede brotar la culpa en los padres con el hecho de castigar; además, en los niños castigados, suele aparecer la mentira para evitar nuevos castigos; y en aquellos que tienen inseguridad puede aflorar también el miedo; asimismo, se ha comprobado que los niños que son castigados de forma continuada se muestran cada vez peores.

Podemos ver que aunque los castigos sirven para detener momentáneamente algunas conductas inadecuadas de los niños, sin embargo, no les ayudan a mejorar internamente.

También hay padres y madres que casi nunca recurren al castigo. Ellos han articulado un sistema basado en unas normas claras (con unas contrapartidas o formas de pago estipuladas de antemano) y, que al mismo tiempo usan las valoraciones positivas, el amor, el respeto y la confianza en sus hijos. Por tanto, cuando éstos deciden no hacer una tarea, aplican la forma de pago fijada, y a la vez, ayudan al niño a reflexionar sobre su actuación, sin llevarlo hacia la culpa.

Es muy importante hacer referencia sólo al comportamiento improcedente del niño, sin ponerle en cuestión como persona, ya que con frecuencia los padres recurren a la descalificación global diciendo, por ejemplo: “Eres un desastre”, “Eres un vago”..., en lugar de decir: “No has hecho los ejercicios”.

Los padres no pueden poner en cuestión ni el amor que sienten hacia sus hijos ni dejar de considerarles valiosos, aunque su conducta no se ajuste a su ideal. Esto se consigue hablándole al hijo, en un tono cariñoso: “Yo te quiero mucho y esto que has hecho no está bien. ¿Cómo piensas que podrías resolverlo?”. Al mismo tiempo los padres le mostrarán respeto y tendrán expectativas de que puede y es capaz de mejorar.

Los padres saben que para que cambien los hijos no basta con decirles las cosas, sino que además tienen que crear un clima adecuado para que puedan hacerlo. Para lo cual sirve de gran ayuda que los niños sientan queridos por sus padres y los vivan como sus aliados.

fuente: http://www.craaltaribagorza.net/

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