sábado, 27 de septiembre de 2008

¿EDUCAR O DOMESTICAR?

Fernando Savater , destacado filósofo español, publicó en el diario El País las siguientes reflexiones que forman parte de su extenso artículo.

La tesis planteada hace ya siete años, mantiene vigente la idea central. Es el mediador humano el que al calor de su presencia hace posible el acto educativo, la palabra, el gesto, el afecto, los modos todo ello se trasmite conjuntamente con los contenidos educativos.

Y su desconfianza por la tecnologización de los medios que emplean las generaciones para aprender la traduce en una alerta por la deshumanización (en términos existenciales) que avanza al ritmo de los progresos científicos.

Defiende entonces al humano que educa antes que a la máquina que enseña. Tal vez a algunos les parezca romántico y a otros retrógrada negarse al futuro. Pero su inquietud no nos deja tranquilos viendo con ojos desnudos como se dispara la vorágine de recursos a disposición en la Red digital, pero como al mismo tiempo se muestran comportamientos cada vez mas inhumanos y autodestructivos en múltiples lugares.

Leamos con detenimento este artículo de profunda reflexión filosófica.

" (…) Actualmente vivimos, según Sloterdijk, tiempos posliterarios, es decir, poshumanistas: los libros van siendo sustituidos por los espectáculos audiovisuales, cuyas gratificaciones sensuales –llenas de estruendo y furia- se aproximan más a los contentos del Coliseo que a los del gabinete del bibliófilo. ¿En qué basaremos entonces las normas del urbanizado parque humano? ¿Cómo las transmitiremos y legitimaremos? ¿Habrá que aprender a criar hombres mansos de otro modo, quizá por medios biogenéticos, que configuren ab ovo los rasgos del nuevo arquetipo de humanidad?"

"En el fondo, la tarea educativa –que Sloterdijk estudia en su teorización inicial por Platón y en el desencanto póstumo heideggeriano- siempre ha pretendido reproducir generacionalmente las pautas reguladoras del autosostenimiento humano. Tal es el proyecto que el siglo XX vio entrar en una crisis que nuestra cultura actual basada en los videojuegos e Internet no ha hecho sino agravar. La cuestión quizá no consiste en cómo salvar contra viento y marea el modelo humanista tradicional sino más bien cómo reinventar lo humano –es decir, una sociabilidad amistosa que repudie mayoritariamente la tentación feroz de la violencia intraespecífica. A partir de un nuevo planteamiento persuasivo, de otra forma de doma de alta escuela. (…) "

"Cuando en España se habla de revisar el plan de humanidades en el bachillerato, la cuestión se centra en el temario que debe impartirse en tal o cual asignatura y en evitar que los libros de historia que van a servir como texto escolar contengan tergiversaciones de bulto o incitaciones abiertas a la discordia civil, lo cual incontrovertiblemente ocurre con algunos utilizados en las autonomías de nuestro país. Se sigue aspirando así, al modo clásico, a una "telecomunicación fundadora de amistad basada en el lenguaje escrito". Nada que objetar a este bienintencionado proyecto, todo lo contrario. "

"Pero el factor más importante de la educación sigue intacto pese a tales modificaciones; y tampoco se remediarían nuestras deficiencias multiplicando en las aulas los elementos de apoyo audiovisuales o conectando a Internet a todos los bachilleres desde su tierna infancia."

"Porque el elemento no solo humanista sino humanizador por excelencia de la transmisión cultural no es el texto, ni la imagen, ni el sonido sino la palabra viva, es decir, el verbo encarnado, hecho hombre (y más frecuentemente, hecho mujer). No los libros, por buenos que sean, no las películas ni la telepatía mecánica (otra cosa no es la famosa "red"), sino el semejante que se ofrece cuerpo a cuerpo a la devoradora curiosidad juvenil en busca de un alma; ésa es la educación humanista, la que desentraña críticamente en cada mediación escolar (libro, filmación, herramienta comunicativa) lo bueno que hay en lo malo y lo malo que se oculta en lo más excelso. Porque el humanismo no se lee ni se aprende de memoria, sino que se contagia. Y mal pueden contagiar la enfermedad divina quienes no la padecen. Ahí está el verdadero problema."

"En el parque humano ("tocan a cierre en los parques de Occidente" citaba Cioran al comienzo de uno de sus últimos libros…) restalla el látigo, pero no es el maestro quien lo empuña. A diferencia del arrogante y atrevido domador, el maestro sabe que debe dejarse devorar para que las fieras inocentes se conviertan en ciudadanos conscientes. Muchos están dispuestos a este sacrificio sobre el que reposa el autosostenimiento de la civilización pero probablemente no son bastantes. Se sienten solos, desconcertados por un dogmatismo imbécil que celebra el pintoresquismo de lo irreductible y desdeña la racionalidad común. ¿O acaso no hay una racionalidad común? Sea como fuere, los libros ni tienen la culpa ni son la solución. "


Fernando Savater
EL PAÍS. 5 de abril de 2001.

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