«Yo sostengo que el fin de la vida es encontrar la felicidad, lo cual significa encontrarle interés; la educación debe ser una preparación para la vida. Nuestra cultura no ha tenido mucho éxito; nuestra educación, nuestra política y nuestra economía conducen a la guerra; nuestras medicinas no han acabado con las enfermedades; nuestra religión no ha abolido la usura y el robo; nuestro decantado humanitarismo permite aún que la opinión pública apruebe el bárbaro deporte de la caza; los progresos de la época son progresos mecánicos, en radio y televisión, en electrónica, en aeroplanos de propulsión a chorro; nos amenazan nuevas guerras mundiales, porque la conciencia social del mundo todavía es primitiva.»
«Si sentimos gusto en formular preguntas hoy, podemos hacer unas pocas embarazosas. ¿Por qué parece que el hombre sufre muchas más enfermedades que los animales? ¿Por qué el hombre odia y mata en la guerra, y los animales no?... ¡Por qué, mil por qués sobre nuestro alabado estado de eminencia civilizada! »
«Hago estas preguntas, porque soy maestro, es decir, un individuo que trata con jóvenes. Hago estas preguntas, porque las que suelen hacer los maestros son las que no tienen importancia, las relativas a asuntos escolares. Pregunto qué bien puede resultarle al mundo las discusiones sobre la historia de Francia o de la Antigüedad, y cuál no, cuando esas materias no importan ni jota, comparadas con la interrogante mayor relativa a la realización natural de la vida, de la felicidad anterior del hombre.»
«¿Cuánto es realmente acción, autoexpresión, en nuestra educación? El trabajo manual consiste con excesiva frecuencia en hacer cajitas para alfileres bajo la dirección de un experto. Hasta el sistema de Montessori, famoso como sistema de juego dirigido, es un modo artificial de conseguir que el niño aprenda haciendo. No hay en él nada creador.»
«... Los padres tardan en darse cuenta de la poca importancia que tiene el aspecto instructivo de la escuela. Los niños, como los adultos, aprenden lo que quieren aprender. Todos los premios, distinciones y exámenes desvían el desarrollo apropiado de la personalidad. Sólo los pedantes sostienen que es educación el aprender libros.»
«Los libros son lo menos importante en la escuela. Todo lo que un niño necesita es saber leer, escribir y contar; el resto deben ser herramientas, arcilla, deportes, teatro, pinturas y libertad.»
«La mayor parte del trabajo escolar que hacen los adolescentes es tiempo, energías y paciencia perdidos. Roba a la juventud el derecho a jugar, jugar y jugar. Pone cabezas viejas sobre hombres jóvenes.»
«Cuando hablo para estudiantes de escuelas normales de maestros y de universidades, me impresiona con frecuencia el grado de inmadurez de aquellos muchachos y muchachas atiborrados de conocimientos inútiles. Saben muchas cosas; brillan en dialéctica, pueden citar a los clásicos, pero en sus puntos de vista sobre la vida son niños. Porque se les ha enseñado a saber, pero no se les ha dejado sentir.»
A. S. NEILL nació en Fofar (Escocia), unas 15 millas al norte de Dundee. Su padre, maestro, fue el principal educador de NEILL. En 1905 se graduó en Artes por la Universidad de Edimburgo. Fue profesor, durante doce años, en escuelas estatales escocesas. En 1921 participó en Dresden (Alemania) en una escuela progresista, que usaba el movimiento rítmico como medio de expresión. Casado con Neustatter, abrió la escuela de Summerhill, con capacidad para 40 alumnos; fue trasladada, en 1927, a Leiston, unos 160 kilómetros al norte de Londres, conservando, no obstante, su nombre primitivo de Summerhill. En Leiston permaneció hasta su muerte, acaecida en 1973.
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