Los Padres y Madres de niños y jóvenes deberíamos estar en permenente revisión de nuestras creencias y costumbres para preguntarnos si es momento de modificarlas o de aceptar cambios.
Cambiar aún los que más rígido esté instalado en nuestras mente es una muestra de vida, de dinámica existencial, por supuesto que el cambio debe ser hacia adelante para evolucionar positivamente.
La siguiente lectura resalta la capacidad humana de enmienda, la misma que comienza por aceptar nuestros errores con imparcialidad y honestamente para coregirlos y darle solución a sus consecuencias.
Reconocer los errores consolida la autoridad
(Tomado de Interrogantes.net)
La empresa Toyota lanzó al mercado norteamericano su modelo Lexus LS400, un sedán de lujo destinado a competir directamente con Mercedes y BMW.
Pues bien, en diciembre de 1990, cuando sólo habían pasado tres meses desde el lanzamiento del vehículo, la empresa reclamó las 8.000 unidades que había vendido hasta entonces para repararlas por un defecto en la luz del freno y en el mecanismo del cambio de marchas.
En una acción sin precedentes, los 8.000 vehículos vendidos en Estados Unidos fueron recogidos en los domicilios de sus dueños, reparados, lavados y devueltos a sus propietarios. Para ello fue preciso hacer costosos desplazamientos de equipos de mecánicos, alquilar o habilitar talleres, y hacer un esfuerzo de buena atención, aunque fueran pocas las unidades vendidas en esa zona, como por ejemplo en Grans Rapids para sólo 10 clientes.
"Vimos esto como una oportunidad de cimentar nuestra relación con el cliente ya desde el principio", dijo Dave Illinworth, director general de Lexus en USA. Los resultados no pudieron ser mejores. Lo que en principio parecía el mayor desastre comercial en la historia del automóvil se convirtió en una de las campañas de imagen más eficaces de cuantas se han llevado a cabo.
Esta anécdota puede servir para mostrarnos también las ventajas de reconocer a tiempo los errores y apresurarnos a ponerles remedio. Y esto es válido para el chico igual que para los padres. La firmeza al mandar no debe entenderse como rigidez inapelable.
A veces somos rígidos porque estamos inseguros.
Tenemos que saber hacer excepciones en su momento, para no transformar la vida familiar en algo deshumano. Acostumbrarnos a variar una orden cuando sea preciso. O admitir que no teníamos una información suficiente y que un nuevo dato nos ha hecho cambiar de opinión.
Reconocer los errores consolida la autoridad. Porque, como bien dice el refrán, de sabios es rectificar, y así se contribuye a incrementar ante los hijos el prestigio de ecuanimidad de los padres.
Pierde el miedo a pronunciar frases como: "pues tenías razón", "efectivamente, no lo había pensado", "ahora que lo dices, me parece buena idea", etc.
Prueba a practicarlas. Es una gran cualidad saber escuchar el consejo o la amable corrección del amigo leal.
No ser de ésos a quienes no se les puede hacer ninguna observación porque suelen tomarla a mal.
El hombre sensato admite esa ayuda, y guarda un especial afecto y estima a las personas que han tenido el valor necesario para advertirle de algo que en él no iba bien.
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