El siguiente es un relato de hondo contenido pedagógico , muestra la capacidad de unos de los personajes para el cálculo y para el razonamiento matemático , lo cual le hacía capaz de resolver problemas descubriendo soluciones ingeniosas.
Al mismo tiempo añadía a esas cualidades el más valioso ingrediente: acción moral y comportamiento ético en armonía con la convivencia y consigo mismo. A una capacidad le corresponde un gran valor, ese deber ser el objetivo central de la educación, porque se necesitan de veras hombres y mujeres íntegros, con entereza y desprendimiento en sus vidas.
Sin estos ingredientes pueden haber grandes cerebros sin alma, tal vez genios incomparables pero con espíritu egoísta , es decir puro conocimiento encerrado en un ser que no siente y que por tanto no meditará en los resultados de su sabiduría , ni en las consecuencias de sus descubrimientos.
La justa retribución a los ocho panes
Por : Malba Tahan.
Nos acercábamos, Beremis y yo, a una pequeña aldea y vimos caído en el camino, a un viajero pobre y herido. Lo ayudamos y nos contó su desgracia. Dijo llamarse Salem Nasair y que era uno de los más ricos negociantes de Bagdad. Días antes, al regresar de Bassora, su caravana fue atacada por los beduinos (asaltantes del desierto). Mataron a todos y sólo él se salvó, escondiéndose en la arena, entre los cadáveres de sus esclavos.
Terminado su relato, nos preguntó si teníamos algo que comer pues se moría de hambre.
- Tengo solamente tres panes -respondí.
- Yo traigo cinco -afirmó a mi lado el "hombre que calculaba".
- Pues bien -sugirió el sheik Salem (termino respetuoso que se da, en general a los sabios,religiosos y personas respetables por la edad o posición social)-; juntemos esos panes y hagamos una sociedad única. Cuando lleguemos a Bagdad os prometo pagar con ocho monedas de oro el pan que coma.
Así lo hicimos. Al día siguiente, al caer la tarde, ingresamos a la famosa ciudad de Bagdad, la perla del Oriente. Al cruzar una hermosa plaza, nos encontramos con un gran cortejo. Al frente iba el poderoso Ibraim Maluf, uno de los visires del califa, quien a! ver al sheik Salem en nuestra compañía, gritó haciendo parar su poderosa escolta y le preguntó:
-¿Qué te ha sucedido amigo mío? ¿por qué te veo regresar a Bagdad sucio y harapiento, en compañía de dos hombres que no conozco?
El desventurado sheik contó minuciosamente al poderoso ministro, todo lo que le sucedió en el camino de regreso, haciendo los mayores elogios respecto a nosotros.
- Paga sin pérdida de tiempo a estos forasteros, ordenó el Visir. Y sacando de su bolsa ocho monedas de oro las entregó a Salem Nasair.
- Voy a dejaros, amigos míos; -dijo Nasair- pero antes deseo agradeceros el gran servicio que me habéis prestado. Y para cumplir mi palabra, os pagaré el pan que tan generosamente me dierais.
Y dirigiéndose al hombre que calculaba, le dijo:
- Por tus cincos panes te daré cinco monedas. Luego, dirigiéndose a mi, agregó:
- Y a ti "bagdali" , te daré por tres panes, tres monedas.
Con gran sorpresa nuestra, el "calculista" objetó respetuosamente:
- Perdón, oh sheik! La división hecha de ese modo será muy sencilla, mas no matemáticamente exacta. Si yo di 5 panes debo recibir 7 monedas; y mi amigo, "bagdali", que dio 3 panes,solamente debe recibir una moneda.
- Por el nombre de Mahoma! -dijo el visir Ibraim, interesado en el caso-. ¿Cómo justificas, extranjero, tan disparatada forma de pagar ocho monedas? Si contribuiste con 5 panes, por qué exiges 7 monedas? Y si tu amigo contribuyó con 3 panes, ¿por qué afirmas que debe recibir solamente una moneda?
El "hombre que calculaba" se acercó al poderoso ministro y le habló así:
- Voy a probaros que la división de las monedas, hecha en la forma propuesta por mi, es más justa y más exacta. Cuando durante el viaje teníamos hambre, sacaba un pan de la caja y lo partía en tres trozos, uno para cada uno de nosotros. Todos los panes que eran ocho, fueron divididos, pues en la misma forma. Es muy cierto, por lo tanto, que si yo tenia cinco panes, di 15 pedazos; si mi compañero tenia 3 panes dio 9 pedazos. Hubo un total de 24 pedazos, de los cuales cada uno de nosotros comió 8. Ahora bien de mis 15 pedazos comí 8, di en realidad 7; y mi compañero, que tenia 9 pedazos, al comerse 8, solo dio 1. Los 7 que di yo y el que suministro el "bagdali", formaron los 8 que comió el sheik Salem Nasair. Por consiguiente, es justo que yo reciba siete monedas y mi compañero una.
El gran visir después de hacer los mayores elogios al "hombre que calculaba", ordenó que le fueran entregadas las siete monedas, pues a mi solo me tocaba, por derecho, una. La demostración lógica y perfecta presentada por el matemático no permitía duda alguna.
Esa división -dijo entonces el "calculista"- es matemáticamente exacta, pero a los ojos de Dios no es perfecta. Tomó las ocho monedas en su mano y las dividió en dos partes iguales y me entregó cuatro monedas.
Ese hombre es fabuloso -exclamó el visir-. No aceptó el primer reparto de 5 y 3 monedas; demostró tener derecho a siete y su compañero solo a una; pero terminó repartiendo las ocho monedas en partes iguales con su amigo. Y agregó con alegría:
- ¡Mac Alah! (poderoso es Dios). Ese joven, además de parecerme un sabio habilísimo en los cálculos de Aritmética, es bueno como amigo y generoso como compañero. Lo tomo desde este momento como secretario mío.
Y asi nos quedamos en Bagdad, maravillando a todos.
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